
Una ola de calor es un fenómeno meteorológico que se caracteriza por un aumento anormal de las temperaturas máximas y mínimas durante al menos tres días consecutivos. Este evento, cada vez más frecuente en México, tiene implicaciones significativas para el medio ambiente, la salud humana, la agricultura, y especialmente para la disponibilidad del agua.
En este blog analizaremos qué es una ola de calor, cómo se relaciona con la evaporación del agua, el por qué representa un riesgo para el acceso a este recurso vital y qué acciones tomar ante este fenómeno.
¿Qué es una ola de calor?
Aunque no existe una definición universal, en México y Estados Unidos se considera una ola de calor cuando se registran temperaturas superiores a 32.2 °C durante al menos tres días consecutivos, o en los que las temperaturas máximas y mínimas diarias superan el umbral establecido para la localidad. Según la UNAM, los días de las olas de calor ahora pueden extenderse entre 10 y 15 días.
En Europa y Sudamérica, se utiliza una definición basada en los percentiles, considerando como ola de calor los eventos donde las temperaturas superan el percentil 90% o 95% respecto a un periodo de referencia.
Estas condiciones suelen estar asociadas con anticiclones persistentes, que son sistemas de alta presión, los cuales impiden el paso de frentes fríos o sistemas de lluvias, provocando cielos despejados, temperaturas elevadas y sequedad ambiental prolongada.
La ola de calor en México: una realidad creciente
En los últimos años, México ha enfrentado olas de calor cada vez más intensas y frecuentes. Tan solo en 2023, se registraron tres olas de calor antes del inicio oficial del verano, con temperaturas que alcanzaron hasta los 45 °C en regiones del norte del país.
En 2024 y 2025, la situación se ha agravado, afectando la salud de miles de personas y reduciendo drásticamente los niveles de presas, ríos y acuíferos.
Las olas de calor en México se han vuelto más peligrosas debido al cambio climático. De acuerdo con estudios del grupo World Weather Attribution, este tipo de eventos extremos se han vuelto entre 5 y 35 veces más probables debido al calentamiento global.
La temporada de altas temperaturas en México abarca desde la tercera semana de marzo hasta la primera de octubre. Por ello, es necesario tomar medidas para protegerse de las olas de calor. El director del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) recomendó:
- Mantener una hidratación constante por medio del consumo regular de agua y alimentos con alto contenido de líquidos, como sandía, melón, naranjas, pepino y lechuga.
- Evitar la exposición al sol en las horas más calurosas del día y utilizar protector solar, sombrero y ropa ligera de colores claros.
- Ventilar los espacios cerrados, especialmente por la mañana o después del atardecer.
- Realizar actividades físicas durante horarios con temperaturas más frescas.
- Proteger y mantener hidratadas a las poblaciones vulnerables, como niños y adultos mayores, además de personas con enfermedades crónicas.
- Consultar las previsiones meteorológicas para prepararse ante días de calor extremo.
- Utilizar impermeabilizante claro en las casas; se ha comprobado que el impermeabilizante blanco o claro refleja la energía solar y absorbe menos calor.

Impacto de las olas de calor en la evaporación del agua
Uno de los principales efectos de una ola de calor es el incremento de la evaporación. A medida que sube la temperatura ambiental, también lo hace la velocidad con la que el agua cambia de estado líquido a vapor. Esto tiene consecuencias directas sobre cuerpos de agua superficiales como:
- Presas y embalses. La exposición constante a altas temperaturas acelera la pérdida de agua por evaporación. En algunos embalses, la evaporación puede representar hasta el 20% de la pérdida total anual.
- Ríos y lagos. El caudal disminuye rápidamente durante una ola de calor prolongada, afectando tanto el suministro de agua como la biodiversidad acuática.
- Suelo y vegetación. La humedad del suelo disminuye, lo que reduce la disponibilidad de agua para las plantas y aumenta la necesidad de riego en la agricultura.
Además, la evaporación también se intensifica en los sistemas de distribución de agua al aire libre, como canales y estanques de almacenamiento.
Efectos sobre la disponibilidad de agua
Las olas de calor tienen un impacto negativo acumulativo en la disponibilidad del agua:
Sobreexplotación de acuíferos. La escasez de agua superficial durante las olas de calor lleva a un aumento en el uso de agua subterránea, acelerando el agotamiento de los acuíferos. Esto se ha observado en regiones como India, donde el aumento de temperaturas incrementa la demanda de riego y acelera la disminución de los niveles de agua subterránea.
Disminución del volumen en presas. Las altas temperaturas incrementan las tasas de evaporación, reduciendo el volumen útil de almacenamiento en presas y cuerpos superficiales de agua, lo que dificulta la planificación del suministro en temporadas secas y puede intensificar los periodos de sequía
Agricultura afectada. El sector agrícola enfrenta una doble presión: mayor demanda de agua para riego debido al estrés hídrico en cultivos y menor disponibilidad hídrica. Esto reduce la productividad agrícola y amenaza la seguridad alimentaria, especialmente en regiones dependientes del riego intensivo.
Mayor competencia por el agua. La escasez hídrica incrementa los conflictos entre usuarios como agricultores, industrias y poblaciones urbanas. Durante eventos extremos como olas de calor, los sectores doméstico e industrial compiten con la agricultura por recursos limitados
Contaminación del agua. Los niveles bajos en cuerpos superficiales concentran contaminantes, deteriorando la calidad del agua disponible. Además, las altas temperaturas favorecen el crecimiento de algas nocivas que pueden contaminar fuentes de agua potable
Cambio climático y olas de calor
El calentamiento global ha incrementado la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor en todo el planeta. Los registros muestran que los últimos ocho años han sido los más calurosos desde que se tiene registro, y se espera que este patrón continúe si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Retroalimentación climática. A medida que los suelos y vegetación pierden humedad, se reduce la evapotranspiración, que según la NASA es el proceso por el que el agua se mueve desde la superficie terrestre hacia la atmósfera, lo que disminuye el enfriamiento natural del ambiente y perpetúa la ola de calor.
- Disminución de lluvias. Las altas temperaturas pueden alterar los patrones de precipitación, retrasando la llegada de las lluvias y empeorando las sequías.
Tecnologías para monitorear y predecir olas de calor
La ciencia ha desarrollado herramientas avanzadas para monitorear y anticipar estos eventos extremos:
- Modelos climáticos de IA. Los modelos climáticos de inteligencia artificial (IA) están revolucionando la forma en que se aborda el cambio climático, ofreciendo predicciones más precisas con hasta 15 días de anticipación y detalladas que los métodos tradicionales.
- Redes meteorológicas. Sensores, estaciones automáticas y satélites ofrecen datos en tiempo real sobre temperatura, humedad y radiación solar.
- Indicadores de riesgo hídrico. Este tipo de herramientas como el Monitor de Sequía de Conagua permiten identificar zonas en riesgo antes de que se agrave la crisis hídrica.
Estas tecnologías son esenciales para la planeación de estrategias de adaptación y mitigación, tanto a nivel local como nacional.
¿Cómo prepararse ante una ola de calor?
La prevención y preparación son fundamentales para reducir los impactos de una ola de calor:
- En el hogar. Hay que asegurar el almacenamiento adecuado de agua, evitar actividades físicas intensas en horas pico y mantenerse hidratado.
- Gobiernos municipales y estatales. Se pueden implementar alertas tempranas, asegurar el suministro de agua potable y habilitar refugios climáticos temporales.
- Sector agrícola. Se deben planificar los ciclos de cultivo, priorizar el riego tecnificado y proteger el suelo con coberturas vegetales.
Una ola de calor no solo representa una amenaza para la salud humana, sino también para la seguridad hídrica. En un país como México, en el cual gran parte del territorio ya enfrenta escasez de agua, el aumento de las temperaturas acentúa la crisis y obliga a replantear la forma en que gestionamos este recurso.
Enfrentar este desafío requiere acción conjunta: desde políticas públicas para mitigar el cambio climático hasta la adopción de hábitos sostenibles en el hogar y el trabajo. Solo así podremos reducir los impactos de las olas de calor y proteger el agua, un recurso tan vital como vulnerable.
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