Muchos creen que el agua blanda o con baja dureza es sinónimo de agua potable, pero en realidad no es lo mismo.
El agua es uno de los elementos fundamentales para la vida. La seguridad y acceso del agua potable es una preocupación para un enorme sector de la población mundial.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, sin agua potable los riesgos para la salud se disparan debido al consumo de agua contaminada con agentes infecciosos, químicos tóxicos, peligrosos radioactivos, entre otros. Por otro lado, las poblaciones que tienen acceso a agua potable pueden obtener mejoras para la salud tangibles.
Sin embargo, esta no es una realidad para todos. A nivel mundial cerca de dos mil millones de personas, utilizan fuentes de agua potable no mejoradas o que contienen contaminantes fecales. Los más afectados por esta realidad son los países de ingresos bajos o medianos, en donde se da una gran cantidad de muertes como consecuencia de enfermedades diarreicas, generalmente en niños menores de 5 años.
Desde la perspectiva política y estatal, la respuesta es el adecuado tratamiento de las aguas residuales y el almacenamiento seguro. Las familias pueden también adoptar medidas para un consumo de agua más seguro.
La dureza del agua
Cuando se habla de agua dura o blanda, es una referencia directa a la cantidad de sales que contiene. El exceso en estas sales resulta nocivo para el consumo humano y puede representar dificultades en el uso industrial (incrustaciones en el equipo, dificulta la formación de espuma de detergentes, etc.).
Aunque este es un aspecto importante para determinar la potabilidad del agua, no es lo único que determina su calidad. El agua puede ser de baja dureza y aún así no considerarse apta para el consumo humano.
Características del agua potable
El acceso al agua potable y la salud guardan una relación muy estrecha. Para poder llamarse potable, el agua debe ser apta y segura para el consumo humano, esto significa que al beberla no va a producir daño. Estas son sus principales características:
- Limpia: no debe contener partículas flotando que la hagan turbia, tampoco debe tener rastros de sustancias orgánicas (plaguicidas o algas, por ejemplo).
- Incolora: no debe tener color. Aunque cuando es tratada con cloro, puede ser ligeramente blanquecina.
- Inodora: que no tiene ninguna clase de olor.
- Insípida: no debe tener ningún sabor o gusto.
- Sin agentes microbiológicos: esto significa que debe contener cantidades mínimas de bacterias, para reducir el riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
- Blanda: es decir, de baja dureza, que se refiere a no contener metales pesados y cantidades mínimas de sales y otros minerales.
Con esto es posible afirmar que el agua con baja dureza no es sinónimo de agua potable.
Conoce sobre Cuánta agua potable debemos tomar al día.
Agua segura en casa
Desde casa hay muchas maneras de potabilizar el agua, entre estas están el filtrado, el tratamiento por ebullición y el tratamiento por cloración.
Es común que en las comunidades rurales se den métodos rudimentarios de filtrado, utilizando telas, arena o varios recipientes. Este método tiene la desventaja que únicamente elimina los residuos sólidos y no los microorganismos.
Para esto, suele ser más eficiente el tratamiento por ebullición (hervir el agua) o por cloración (colocar cierta cantidad de cloro al agua), pero estas no se deshacen de los residuos. Algunos métodos místicos pueden ser la solución.
Pero cuando es posible, lo mejor siempre será contar con un filtro purificador, que suelen contar con tecnología de carbón activado, que extrae metales y purifica a la vez. Estos pueden ser instalados directamente sobre un grifo para mayor facilidad.
¡Ahora que ya entiendes más sobre la diferencia entre agua dura y agua potable, asegúrate que la que ingieras sea la adecuada para tu cuerpo!
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