Día de la madre tierra

15 abril, 2020
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Solemos llamar “Madre” a nuestro planeta tierra como una forma de admitir que todo esto que somos, toda la vida y los recursos que empleamos para sostenerla, pertenecen a la Tierra. También es una manera de reconocer nuestros vínculos y la estrecha relación que existe entre todos los seres vivos y este espacio que habitamos. Como una forma de recordarnos la necesidad de alzar la mirada de nuestra vida cotidiana se ha decretado el 22 de Abril de cada año como el Día internacional de la Madre Tierra.

Origen del Día internacional de la Madre Tierra

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha designado el 22 de abril como la fecha en la que celebramos el día de la Madre tierra en una resolución firmada en el año 2009; aunque los eventos que hicieron necesario decretar esta celebración en realidad se originaron a finales de la década de los sesenta.

Es en este momento en el que se hacen en Norteamérica los primeros eventos para discutir el tema del cuidado del medio ambiente, con la idea de crear conciencia ambiental a los jóvenes de diversas universidades. También es en los años 70 cuando se habla por primera vez acerca de la ecología.

El 22 de Abril de 1972 se hace la primera protesta por la contaminación atmosférica. Recordemos que en este momento de la historia el cuidado del medio ambiente no era prioridad, no existían mayores regulaciones para las industrias. Esta protesta fue respaldada por el senador Gaylord Nelson, quien trataba de impulsar la creación de una agencia de protección ambiental. Gracias a la contundencia de la protesta se creó la EPA, además de leyes que se encargaron de hacer referencia a la conservación medioambiental.

Otra razón para escoger esta fecha particular es que, al ser un evento que buscaba involucrar a los jóvenes universitarios en los temas ambientales, resulta perfecto pues no coincide con exámenes, vacaciones o fechas complicadas para los estudiantes. Además, como coincidencia, es también el aniversario del nacimiento del conservacionista John Muir.

La tierra nos necesita

Han pasado décadas en las que estos compromisos adquiridos de velar por la integridad ambiental de la Tierra se han tomado a la ligera y estamos pagando las consecuencias directas de ello. En las últimas 4 décadas el equilibrio del planeta ha sufrido transformaciones irreversibles en un corto plazo. Cada día nace un cuarto de millón de niños, para sumar unos 80 millones de personas más cada año, que consumen recursos y generan toneladas de desechos que no se controlan ni se tratan.



La contaminación de las aguas, atmósfera y suelos se ha convertido en un problema alarmante, que no sólo afecta la producción de recursos sino que generan enfermedades en las personas. Las especies animales y vegetales se extinguen, la desforestación se ha agravado y con ella se sobreviene la desertificación, donde no hay recursos naturales que posibilitan la vida. La temperatura va en ascenso, lo que ocasiona el derretimiento de los glaciares y el aumento de la posibilidad de tragedias como inundaciones. El panorama no es alentador y se prevee que, de seguir así, para el año 2050 las consecuencias sean irreversibles.

Tratados y convenios medioambientales: ¿Sirven de algo?

Hay registro de tratados y convenios firmados por los mandatarios de diversas naciones que datan de los años 60. Uno de lo primeros es la Convención sobre la Pesca y Conservación de los Recursos vivos de la Alta Mar de 1961 que buscaba regular la explotación de los recursos marinos.

Otro tratado importante es el Convenio de Viena (1985) en el que se acuerda proteger la Capa de Ozono. En 1997 se firma el controvertido Protocolo de Kioto, que incluye un acuerdo para regular la emisión de gases que causa el calentamiento global. En el año 2015 se firma el Acuerdo de París, donde se retoma el tema de la regulación de Gases del Efecto Invernadero GEI y se acuerda su aplicabilidad en el año 2020, que es cuando el Protocolo de Kioto caduca su vigencia.



Si bien estos acuerdos han servido para crear ciertas regulaciones en la inmensa mayoría de las naciones que los han firmado, hay países (que casualmente son los principales emisores de GEI) que no se apegan a estas regulaciones para poder mantener los márgenes de producción y ganancias que están acostumbrados. Si estas directrices no cambian, entonces poco podremos hacer para contrarrestar el daño que se hace a diario en el ambiente.

El año 2020 marcaría el  inicio del Acuerdo de París, pero paradójicamente un evento masivo y mundial ha sacudido a la humanidad mientras le da un respiro a la tierra. La aparición del COVID-19 y el decreto de pandemia ha confinado a una buena parte del mundo urbano, ha paralizado industrias y cesado operaciones. Mientras los humanos nos quedamos en casa, protegiéndonos, la tierra ha comenzado a regenerarse. Quizá en este próximo 22 de abril sigamos encerrados y por primera vez le demos un regalo valioso a nuestro planeta en el día de la Madre Tierra: la oportunidad y el espacio para sanar.

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