Abrimos el grifo y sale el agua que empleamos para asearnos, beber y demás actividades. Es un hecho que damos por sentado, algo tan cotidiano que hemos naturalizado desde que somos muy pequeños, pero alguna vez te has preguntado, ¿de dónde viene el agua que bebemos y utilizamos a diario?
El ciclo del agua que bebemos y utilizamos
Captación
El agua dulce se origina en la naturaleza y puede estar en la superficie, en forma de ríos, manantiales, lagos, embalses y represas o subterránea, en el manto acuífero. Según el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), en la Ciudad de México se estima que un 42% proviene de fuentes superficiales (sistema Lerma, Cutzamala y otro manantiales) y en un 58% de los pozos subterráneos. Para que el agua viaje desde estos puntos lejanos se emplean unos 884 pozos y más de 700 kilómetros de acueductos. Pero no creas que el viaje del agua es desde el pozo a tu casa, esta es apenas la primera parada del recorrido.
Potabilización
Según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) una vez el agua es captada de las fuentes naturales, se debe pasar por una planta de procesamiento en donde se somete a diferentes tratamientos químicos y físicos para potabilizarla; es decir, eliminar microorganismos patógenos y partículas físicas que afectan la calidad del agua y que podrían enfermar a la población. Primero se eliminan los sólidos de gran tamaño (piedras, hojas, basura, etc) utilizando filtros grandes. En un segundo paso se agrega una sustancia química que junta y suspende partículas que hacen que el agua luzca turbia (algas y plancton, por ejemplo) para poder eliminarlas con facilidad.
El siguiente paso para el tratamiento del agua potable incluye la desinfección, que elimina los microorganismos que pueden ser nocivos para los seres humanos. Esto se hace utilizando métodos físicos (subir la temperatura del agua, luz ultravioleta) o químicos (añadir cloro, ozono u otros compuestos seguros).
Almacenamiento y distribución
El agua, una vez potabilizada, se transporta a grandes tanques donde será almacenada por el tiempo necesario para luego ser distribuida. A través de una compleja red de tuberías el agua llega a los hogares de la Ciudad de México. Son más de 700 kilómetros que debe recorrer el agua cada vez que abres la llave. De hecho, este es el punto del proceso en el que el agua puede contaminarse de nuevo, pues hay tramos del sistema que son antiguos, que no reciben suficiente mantenimiento o que están expuestos. Por esta razón es importante contar con un purificador de agua en casa antes de consumirla. Pero no creas que el proceso termina aquí.
Uso y drenaje
Una vez que has utilizado el agua en casa de forma normal, esta se denomina como aguas grises (la que queda después de lavar ropa, de la ducha, cocina, lavaplatos y que apenas tiene detergentes y residuos) o aguas negras (provenientes del inodoro y contaminada con desechos orgánicos). Estas aguas servidas van a parar al drenaje. A través del sistema de alcantarillado, se lleva a la planta de procesamiento, donde se eliminan los contaminantes a través de diversos procesos. En lugares rurales o donde no hay acceso al alcantarillado, se utilizan sistemas como fosas sépticas o biodigestores que hacen el tratamiento. El agua, libre de desechos y contaminantes, que queda luego del proceso se retorna a la naturaleza, para ser reutilizada y comenzar el ciclo de nuevo.
La importancia de ahorrar el agua
La disponibilidad del agua no es ilimitada y eterna, depende de mucho factores incluyendo el geográfico. Por ejemplo, en la Ciudad de México la distribución es un reto porque al estar a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar, se requiere invertir más recursos que permita aprovechar el agua aún cuando su caudal sea bajo o se encuentre en una capa freática muy profunda. Como si fuera poco, fenómenos como el estiaje, que disminuye el caudal de los cuerpos de agua y se presenta cuando llueve poco y hace mucho calor, hace aún más complicada la tarea de conseguir y distribuir el agua.
El agua es un recurso natural limitado, que debe recorrer un largo camino antes de llegar a tu casa, en el que se invierte energía, dinero y otros recursos. Utilizarla de forma responsable garantiza que el privilegio del agua potable alcance cada vez a más personas, no sólo en la ciudad sino en las zonas rurales. Cuidar del agua es tarea de todos, por lo que es de vital importancia implementar hábitos de vida orientados a utilizarla de forma adecuada.
Pequeños cambios de consumo, como cerrar el grifo cuando no se está usando el agua, utilizar la lavadora a su máxima capacidad, evitar desechar aceite y químicos en el desagüe, tomar duchas cortas, lavar el coche con una cubeta en vez de la manguera, entre otros puede significar una gran diferencia. Parece muy poco, pero la forma en que utilizamos el agua tiene un impacto profundo en el ciclo y que determina la calidad del agua que bebemos.
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